La creciente violencia en Gaza complica la distribución de la ayuda humanitaria
A medida que se intensifica la escasez de alimentos en Gaza, la situación ha empeorado debido a los robos violentos cometidos por bandas criminales. Los trabajadores humanitarios y los residentes locales informan de que estas actividades delictivas están obstaculizando considerablemente la distribución de suministros esenciales en las regiones del sur, a pesar de la presencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en las cercanías.
Los grupos armados operan abiertamente a lo largo de la frontera, creando un ambiente caótico donde los esfuerzos humanitarios se ven gravemente afectados.
La actividad criminal perturba los esfuerzos de ayuda
El 16 de noviembre se produjo un incidente significativo: cerca de 100 camiones de la ONU fueron asaltados, lo que provocó heridas entre los conductores palestinos. Este robo supone una de las pérdidas de ayuda más devastadoras durante el conflicto en curso. En respuesta a este aumento de la delincuencia, Hamás ha reactivado una fuerza de seguridad especializada destinada a combatir los robos y restablecer el orden.
Sam Rose, subdirector de UNRWA, destacó la ruptura del orden público en torno al cruce de Kerem Shalom en Gaza (el principal punto de entrada de mercancías) y afirmó que las bandas criminales han explotado el vacío de poder dejado por el conflicto en curso.
Según funcionarios humanitarios, el deterioro de la situación es táctico y sistemático, y conduce a un ciclo de violencia que afecta a todas las partes implicadas, desde los saqueadores hasta las fuerzas del orden.
Según se informa, debido a la creciente anarquía que se ha producido desde las primeras acciones militares dirigidas contra los agentes de policía, el control de Hamás sobre la seguridad se ha desplomado a menos del 20%. Un ex oficial de policía de Hamás señaló que se están realizando esfuerzos para restablecer el control al 60% en el plazo de un mes.
La crisis humanitaria se profundiza
La crisis humanitaria ha alcanzado proporciones alarmantes a medida que se acerca el invierno. La población de Gaza —aproximadamente 2,3 millones de personas— se enfrenta a una grave escasez de alimentos, medicamentos y otros productos básicos debido a la limitada llegada de ayuda y al aumento de los precios. Los productos básicos han alcanzado precios exorbitantes; por ejemplo, una bolsa de harina cuesta ahora más de 200 dólares y un solo huevo cuesta 15 dólares.
Personas como Umm Ahmed expresan sus luchas diarias: “No queremos mucho, sólo vivir una vida decente”, afirma mientras espera en largas colas para obtener suministros básicos.
A pesar de los llamamientos de Estados Unidos para que se incrementen los envíos de ayuda a Gaza, los funcionarios israelíes atribuyen las demoras a los problemas logísticos que enfrentan los organismos internacionales, más que a sus restricciones. Los trabajadores humanitarios sostienen que las medidas de seguridad impuestas por las autoridades israelíes deben reevaluarse para facilitar las necesarias labores de socorro.
Aumentan las preocupaciones sobre cómo se distribuirá finalmente la ayuda a medida que las redes de contrabando florecen en medio de este caos.
Mientras Israel contempla nuevas medidas para la distribución de la ayuda, incluida la posibilidad de recurrir a contratistas de seguridad privados estadounidenses, persisten dudas sobre su seguridad y eficacia. Los trabajadores humanitarios temen que esas estrategias puedan exacerbar la violencia en lugar de aliviarla.
En resumen, la convergencia de la actividad delictiva con la profundización de las necesidades humanitarias plantea un desafío urgente para el futuro de Gaza. Sin una intervención eficaz y sistemas de apoyo, tanto los residentes locales como las organizaciones de ayuda pueden enfrentarse a un panorama cada vez más peligroso en su búsqueda de estabilidad y supervivencia.