En las últimas semanas, ha surgido una preocupante ola de casos sospechosos de intoxicación por metanol en un popular destino turístico de Laos, que se ha cobrado la vida de cinco turistas. Entre los fallecidos hay ciudadanos del Reino Unido, Australia, Estados Unidos y Dinamarca. Una sexta persona de Australia sigue hospitalizada en estado crítico. Las investigaciones están en curso, pero los primeros informes indican que estos turistas podrían haber consumido bebidas contaminadas con metanol, una sustancia tóxica que suele estar presente en el alcohol de producción ilícita.
La intoxicación por metanol no es un fenómeno nuevo en el sudeste asiático, en particular en las regiones económicamente desfavorecidas a lo largo del río Mekong. A pesar de las advertencias emitidas por varios gobiernos extranjeros sobre el consumo de alcohol en esas zonas, muchos viajeros siguen sin ser conscientes de los riesgos asociados al licor de contrabando.
El metanol es una sustancia transparente e inodora que es difícil de detectar en las bebidas. Los síntomas de intoxicación no aparecen de inmediato y pueden tardar hasta 24 horas en manifestarse. Los signos iniciales incluyen náuseas, vómitos y dolor abdominal, que pueden agravarse si no se tratan.
Las tasas de mortalidad por intoxicación por metanol pueden oscilar entre el 20% y el 40%, según la dosis y la concentración. Según Médicos Sin Fronteras (MSF), el diagnóstico y el tratamiento precoces en las primeras 30 horas pueden reducir significativamente los efectos adversos.
El contexto más amplio de la seguridad del alcohol
Laos es una de las naciones más empobrecidas de Asia, donde la falta de aplicación de la ley y de supervisión regulatoria permite a los proveedores explotar las vulnerabilidades en materia de seguridad de los alimentos y las bebidas. La producción de alcohol contaminado está muy extendida debido al bajo costo del metanol en comparación con el etanol.
Un diplomático occidental señaló que los productores sin escrúpulos suelen añadir metanol a sus productos para obtener beneficios, lo que crea bebidas peligrosas que los turistas podrían consumir por error. Sin embargo, enfatizó que no se trata necesariamente de que los dueños de los bares intenten dañar intencionalmente a los clientes, sino que se trata de un problema sistémico vinculado a la baja educación y a una regulación inadecuada.
A pesar de la conciencia entre los operadores turísticos sobre los peligros que plantea el alcohol ilegal, los expertos coinciden en que es necesaria una importante campaña de concienciación pública para informar mejor a los viajeros sobre estos riesgos.
A medida que aumentan las preocupaciones sobre las medidas de seguridad para los turistas en el Sudeste Asiático, varios gobiernos occidentales han actualizado recientemente sus advertencias de viaje respecto al consumo de alcohol en la región.
Los trágicos acontecimientos que se desarrollan en Laos ponen de relieve la urgente necesidad de aumentar la educación y la reglamentación en torno a la seguridad del alcohol, así como de establecer mejores sistemas de apoyo para los turistas que se desplazan por estos entornos peligrosos.